¿Saben por qué encuentro desnutridos yo? Porque los busco.
Yo salgo a la mañana temprano a buscar a estos niños.
¿Dónde están estos niños? ¿Van por la peatonal, los encontrás en el cine, van a la escuela? No.
Están en cajas de zapato o cajones de manzana en las esquinas de los ranchos. Y uno entra al rancho, saluda y pregunta: ¿Qué hace esta criatura? “No sé, me nació enfermito”, me responden.
Y preguntamos si quiere que lo llevemos a nuestro hospital a recuperarlo (en el que ya recuperamos 1500 desnutridos graves).
Lo primero que hacemos es bañarlo porque el desnutrido es maloliente, flacucho y feucho. No dan ganas de abrazarlo ni de contenerlo. Por eso lo bañamos, lo perfumamos y lo vestimos bien bonito, y así ya es distinto.
Y empezamos a alimentarlo con gotero porque no se les puede dar biberón porque lo vomita. Tenemos que probar tolerancia.
Así hasta que empieza a succionar, a lo mejor al día siguiente o a los dos días.
Y entonces traemos a la madre y vemos si es analfabeta. Y generalmente sí, es analfabeta.
Entonces, le enseñamos a leer y escribir.
Abel Albino, médico pediatra, se ha dedicado al tratamiento de la desnutrición infantil y es el creador de la Fundación CONIN.
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